lic. Héctor Yunes Landa*
El panorama nacional continúa siendo de incertidumbre. Desafortunadamente, ello es propiciado por la actitud hostil mostrada reiteradamente por el presidente Felipe Calderón, quien en lugar de propiciar el entendimiento entre las principales fuerzas políticas y otros sectores representativos de la sociedad, para construir el frente que pueda encarar y resolver los problemas que ahogan al país, persiste en su empeño por descalificar a quienes no opinan como él. Semana a semana los mexicanos vemos como se complica la gestión presidencial por su percepción equivocada de lo que es La Política y su alejamiento de la tarea de gobernar con el sentido republicano que necesitamos.Esto nos resulta muy preocupante, porque en muchos sentidos, el país se encuentra a la deriva, con una gama de crisis que van desde la economía, a la seguridad pública, de la educación a la salud y malnutrición, y también una crisis que no hemos dimensionado del todo, la de los valores. Por eso, muchos expresamos ¿Y nuestro presidente qué hace, qué piensa? La única respuesta que encontramos a estas interrogantes, es que seguimos viéndolo enfrascado en sus enfoques políticos beligerantes que nadie entiende. Decimos lo anterior porque cuando todavía no nos recuperamos de algún desplante donde fustigó a cierto actor político y surge un nuevo problema, enseguida convoca a la unidad de las fuerzas políticas y de la sociedad para salir de la crisis; sin embargo, al transcurrir un breve periodo, reinicia la descalificación, el reproche, el encono, ya sea a través de sus correligionarios o con él mismo como protagonista. Esto es ¿una alienación, un absurdo o qué es? Esa es la pregunta que muchos miles de mexicanos nos hacemos.El presidente de una nación no puede convocar a un diálogo con la sociedad y al mismo tiempo atacar a lo más representativo de la misma. México es una República Democrática, Representativa y Federal, y si bien es cierto que nuestro sistema político es presidencialista, a Felipe Calderón al parecer se le ha olvidado lo que esto significa, tal vez por ello, insiste en ser jefe de su partido en lugar de Jefe del Estado Mexicano.Esta afirmación no es temeraria, pues en el accionar de Calderón está claro que privilegia su empeño por intervenir en los procesos electorales para beneficiar a su partido –sobre todo a los candidatos que son afines a su facción-. Por ello, no fue fortuito que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación haya confirmado en su dictamen que el titular del Ejecutivo Federal sí infringió la prohibición constitucional de difundir propaganda gubernamental en el pasado proceso electoral.Por tanto, es muy comprensible la posición que desde distintos ángulos pero de forma unánime y categórica asumieron en días pasados los coordinadores de los legisladores federales priístas, Manlio Fabio Beltrones y Francisco Rojas, así como la presidenta del CEN, Beatriz Paredes, al manifestar su desacuerdo con el presidente. Desde el Congreso de la Unión, el PRI ha expuesto mucho de su capital político a fin de respaldar a la Presidencia. El PRI ha sido pieza fundamental para que el presidente tenga los instrumentos adecuados para realizar un buen gobierno, al autorizar los controversiales presupuestos de la Federación y la Ley de Ingresos, entre muchos otros. A cambio, el Presidente Felipe Calderón ha caído en el cinismo, se ha equivocado al confundir debilidad con la sensatez y prudencia del PRI, virtudes que ha mostrado el PRI en muchas ocasiones a lo largo de la administración calderonista. Beatriz Paredes expresó una gran verdad: a Calderón y los panistas se les olvidó que los priístas somos mayoría. Está visto que el presidente Calderón sólo se preocupa por entablar diálogo con las demás fuerzas políticas cuando le surge alguna crisis coyuntural, pues cuando el panorama adverso pierde vigencia mediática, siempre vuelve a su eje de ataque para fustigar a quienes considera sus enemigos. Ante esta inquietante perspectiva ¿El presidente es consciente del daño que está haciendo al país con su noción de gobernar sustentada en filias y fobias?, un buen gobierno es aquel que considera sus decisiones más trascendentes basadas en el consenso, en la opinión de las mayorías. Por ello, cómo expresó recientemente el Gobernador electo de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, la unidad es el factor de fuerza que caracteriza al PRI y se refleja en su permanente disposición para servir a la consecución de los intereses supremos de la nación, siendo esto posible porque cada reto se asume con compromiso social, con liderazgo y con respeto a las instituciones.Por eso, los priístas estamos a favor de que se alcancen los grandes acuerdos. No hay condicionantes, lo único que sí exigimos es respeto, porque nosotros respetamos a la República, a los mexicanos y a nuestros adversarios. No hay opciones. El gobierno de esta gran nación debe revisar a fondo qué tipo de país está concibiendo. Pero no tiene mucho tiempo para reconsiderar.El último agravio realizado al Gobernador Fidel Herrera muestra la cara más cínica de la política de comunicación social del Gobierno Federal: Editar una imagen sacada de contexto para tratar de exhibir como indolente y despreocupado a un gobernador que, a pesar de las cosas que puedan imputársele, algo irrefutable ha sido su cercanía con el pueblo de Veracruz, especialmente, cuando alguna desgracia lo ha abatido. En el ámbito político de la República suenan tambores de guerra, y ya son muchos los sectores y grupos sociales que los están haciendo sonar
.*Diputado Presidente del Congreso del Estado de Veracruzhectoryunesdiputado@hotmail.com
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