Por Nina Salguero
En 1898 un autor desconocido llamado Morgan Robertson publicó una novela sobre un fabuloso trasatlántico, más grande que ningún otro que se hubiera construido. El escritor lo llenó de personas ricas y complacientes, hasta que una fría noche de abril chocó contra un iceberg. La historia mostraba así la futilidad de todo. Por eso llamó el libro Futility, cuando apareció editado en 1898 por Mansfield, años antes de que el Titanic se hundiera otra noche de abril en 1912.
La nave construida por la Línea Estrella Blanca recuerda hasta en sus dimensiones el barco de la novela de Robertson (sesenta y seis mil toneladas en la realidad, setenta mil en la ficción, con apenas ochenta y dos pies y medio de diferencia en la extensión). Ambos tenían una estructura similar y alcanzaban una velocidad parecida. Los dos podían llevar tres mil personas, pero no tenían barcos salvavidas suficientes. Ya que se pensaba que no podían hundirse. Por si todo esto fuera poco, Robertson llamó a su barco Titán… Agencia EFE
, ¡Ni Dios mismo podría hundir este barco!”.
Y así es en política, cada partido tiene un enorme trasatlántico, donde viajan sus simpatizantes y miembros activos, la soberbia al decir NI DIOS MISMO PUEDE HUNDIR ESTE BARCO es una lección de humildad a todos los que en esta carrera hacia la cámara baja y alta, hacia Los Pinos, deben tomar en cuenta.
Hay muchas cosas que en el océano de votantes podemos observar una de las más importantes razones es el equipo cercano de los diferentes candidatos, el equipo viene siendo ojos y oídos del candidato en muchos casos el corazón mismo donde se puede apreciar el pulso; el equipo en el cual confía y en la eficiencia del mismo; el candidato inmerso en sus objetivos no se da cuenta de múltiples anomalías que surgen dentro de su mismo equipo donde en batallas electorales pasadas fluía y fluye la información vulnerando su campaña.
Cualquier barco se puede hundir porque sus estrategias de salvamento, véase como elementos inmersos dentro de sus respectivos equipos no poseen la sensibilidad política ni humana para darle una buena imagen al candidato.
Este grupo de mentirosos jamás checan la publicidad en los diferentes medios de comunicación, inflan las estadísticas, los candidatos se confían y es cuando el barco empieza a hacer agua, con un equipo así para que quieren enemigos.
Hace cien años Manuel Uruchurtu, uno de los viajeros del TITANIC de origen mexicano era diputado federal e iba a postularse como candidato al Senado, la mujer a la cual Manuel cedió su lugar en la lancha de salvamento era una inglesa que después se supo planteó una serie de mentiras y trágicas historias, las cuales el diputado creyó; Manuel desapareció y con el un hombre valioso.
Manuel no pensaba viajar pero lo convencieron que así lo hiciera, al tiempo el trágico evento deja lecciones a los actuales políticos los cuales deben elegir bien a quienes ceden su lugar, en este caso q a quienes eligen para evitar la traición, para caminar o navegar en el azaroso mundillo de la política.
Me despido con un fragmento de El Arte de la Prudencia de Baltazar Gracián
"Al hombre sabio le son más útiles sus enemigos que al necio sus amigos. Una malevolencia suele allanar montañas de dificultad que la benevolencia no se atrevería a pisar. A muchos sus enemigos les fabricaron su grandeza. Es más fiera la lisonja que el odio, pues éste señala defectos que se pueden corregir, pero aquélla los disimula. La cautela es grande cuando se vive junto a la emulación, a la malevolencia".
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