¿Diálogos por la seguridad?
Raúl Abraham López Martínez*
Me llama profundamente la atención que el día 27 de agosto Felipe Calderón durante su última intervención en los encuentros de “Diálogos por la seguridad”, no hizo una sola mención a la palabra “Paz”. (ver el discurso de las conclusiones de “Diálogos por la Seguridad” www.presidencia.gob.mx)
El diccionario de la Real Academia Española define a la palabra paz de las siguientes maneras: “paz.(Del lat... pax, pacis). 1. Situación y relación mutua de quienes no están en guerra. 2. Pública tranquilidad y quietud de los Estados, en contraposición a la guerra o a la turbulencia. 3. Tratado o convenio que se concuerda entre los gobernantes para poner fin a una guerra. 4. Sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras, especialmente en las familias, en contraposición a las disensiones, riñas y pleitos. 5. Reconciliación, vuelta a la amistad o a la concordia. 7. Genio pacífico, sosegado y apacible. 8. Portapaz. 9. f. Rel. En la celebración de la eucaristía según la liturgia romana, rito que precede a la comunión, en el que toda la asamblea se ofrece mutuamente un gesto de paz, como signo de reconciliación. En otras liturgias, como la hispano mozárabe, se realiza antes de la presentación de las ofrendas de la eucaristía. 10. desus. Salutación que se hace dando un beso en el rostro. “.
Por su parte la Dra. Úrsula Oswald Spring, en su reciente libro editado por la UNAM y la Cámara de Senadores “Reconceptualizar la seguridad en el siglo XXI” retoma la definición de Johan Galtung “A Mini Theory of Peace” y “Peace”, señalando que “en un esfuerzo por definir la paz, Galtung distingue entre una condición de paz “negativa” (la ausencia de violencia física o personal, un estado de ausencia de guerra) y una paz “positiva” (ausencia de violencia estructural, represión e injusticias).”
Estos conceptos de paz se contradicen fuertemente con el concepto de seguridad que se encuentra implementando el gobierno federal. Lo que se encuentra haciendo Felipe Calderón, es someterse al mandato de Estados Unidos, reproduciendo de manera dócil la doctrina en seguridad creada por EUA. Esta doctrina de seguridad, que se encuentra sustentada en priorizar la seguridad del “Estado” por medio del uso del ejército y las fuerzas policiales, se consolido y perfecciono en el ejercicio del poder durante la Guerra Fría.
Con el fin de la Guerra Fría este concepto de Seguridad, que se desarrolló durante un específico contexto, inició un proceso de modificación de manera sustancial. Estos cambios han sido promovidos principalmente por los países que integran la Unión Europea.
En distintos foros y espacios académicos, representantes de la Unión Europea, han insistido sobre la inoperatividad del concepto de “Seguridad” típico de la Guerra Fría, debido que ante la caída del Muro de Berlín y de la Unión Soviética carecen de sentido las obsoletas estrategias militares y el armamentismo entre los extintos bloques capitalistas y socialistas. Con estos elementos, se hace innecesario continuar con la guerra de disuasión basada en el terror de una amenaza bélica de tipo nuclear.
Lo anterior expresa el punto de partida de los debates en materia de seguridad a nivel internacional. Estas reflexiones en materia de seguridad han permitido analizar los distintos procesos en los cuales los gobiernos, las empresas, los movimientos sociales y los actores definen desde su propio ángulo lo que consideran como una amenaza a su seguridad.
El primer filtro para distinguir las amenazas a la seguridad, se presentan en el plano de las subjetividades, y de manera relevante en el discurso promovido por los políticos en coordinación con los medios masivos de comunicación.
En el plano de las ciencias sociales, el tema de la seguridad se pretende estudiar desde una óptica de tipo objetiva, por medio del trabajo multidisciplinario, la recolección y al análisis de datos, y el debate continuo de los resultados.
En México, un país que cuenta con una paupérrima comunidad académica, y un sistema de medios de comunicación doblegados al poder en turno, lo que ha predominado es el enfoque de Seguridad promovido por nuestro vecino del norte implementado con la exclusiva dosis de ultra subjetividad del gobierno de Felipe Calderón.
Esta supuesta “guerra” de Calderón, un político de derecha, cuya llegada a Los Pinos se encuentra marcada por su falta de legitimidad, nos ha encarrilado a un espiral de violencia que lejos de disminuir ha ido en aumento.
Bajo este discurso de “guerra” Calderón ha creado a su enemigo el “crimen organizado”, haciéndonos creer que su guerra es legítima porque él y sus soldados y policías, se encuentran enfrentado a las fuerzas del mal, de esas fuerzas que nacieron para hacernos la vida difícil, y que es necesario aniquilaras por completo, de matarlos en caliente, sin mediación de juicio alguno, de pasarse por los huevos a los derechos humanos y jurídicos.
Con este tipo de discursos Calderón omite de manera dolosa que a estas personas a las que se refiere como el “crimen organizado” son tan mexicanos como él, mexicanos como sus hijos, como cualquiera de nosotros. No se trata de una un ejército proveniente de una nación invasora, son en su neta mayoría hijos de miles de mexicanos.
El dolo de Calderón aumenta de manera gradual al meter en la misma bolsa a todo tipo de delitos, esta falta de diferenciación de los delitos cumple el objetivo de no reconocer las causas sociales que forman parte de un contexto que ha impulsado a un considerable segmento de la población a acceder a beneficios económicos por fuera de los causes reconocidos por el orden jurídico y social.
Esta es la parte central que el gobierno de Calderón se niega a reconocer. Este gobierno ha optado por resolver los delitos que tienen una casusa de tipo social, económica y educativa, por medio de las armas.
Prefiere burlarse de los miles de jóvenes que ni trabajan y ni estudian, prefiere endeudarse con el gobierno de EUA para comprar armas en lugar de promover empleos. Prefiere regalar concesiones de televisión a sus aliados propagandísticos. Mientras que las radios comunitarias se debaten entre la extinción, ilegalidad y el asesinato impune de sus colaboradores por parte de los caciques.
Señor presidente le quiero preguntar por qué en sus diálogos por la seguridad no retomó la propuesta de Jesús Ortega para legalizar la producción, venta y consumo de las drogas, señor presidente dígame usted por qué no se trató el tema de la seguridad alimentaria, de la salud, del acceso al empleo, del acceso a un vivienda digna, de abrir las fronteras a los migrantes que vienen de Centro América o de otras regiones. Por qué usted y su gabinete junto con sus invitados no se pusieron de acuerdo para mejorar las condiciones sociales por las que atraviesa el país.
Cumpla usted señor presidente con los empleos que se comprometió a crear, esto es lo que le urge al país.
*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria
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