- GUILLERMO BASURTO ORIGEL.
El recién acuñado término, los NiNis, para hacer referencia a todos aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, pareciera que causa sorpresa en la actual sociedad mexicana, cuando en realidad, desde siempre han existido en nuestro país, aún cuando falsamente los actuales padres de estos novicios peguen el grito en el cielo.
Seguramente que se ha acrecentado la población devota de esta corriente, algunos estadistas en México (si se permite la licencia de llamarlos así), la ubican con una feligresía de alrededor de 7 millones, sin embargo, no podemos negar la existencia del movimiento hippie de la década de los 60¨s, ni el movimiento fresa de la década de los 80¨s, por lo que muchos de los actuales padres y abuelos que se dan golpe de pecho, debieran recordar su pretérita juventud.
La actual fecunda y demandante corriente de los jóvenes NiNis, cuyo término gramatical aceptado por la lengua española es: Vago, Improductivo, Parásito Social, no puede explicarse fuera del contexto social, económico y cultural en el que se ha estado degradando la nación Mexicana.
La formación académica, tiene por objeto satisfacer dos necesidades fundamentales del ser humano, la realización intelectual y, la preparación para una vida material digna en la sociedad.
Sin embargo, en forma inconsecuente se han estado introduciendo nuevos valores y paradigmas sociales, que han dado como resultado, lo que ahora nos parece abominable y preocupante. Como dice el adagio popular: ¡Hicimos la sopa… Ahora no la comemos!
El catálogo de errores, circunscribiendo esto a los antivalores promovidos desde generaciones atrás, es muy amplio y variado, muchos de los cuales, se han enquistado a tal grado, que forman parte ya de las políticas de estado y de la legislación formal.
Caso es, la conformación de la clase política mexicana, cuya integración, con grandes y reconocidas excepciones, está compuesta por NiNis de la política: Vagos, Improductivos y Parásitos Sociales, que no obstante, tienen un nivel económico de vida muy por arriba de los actores verdaderamente productivos, convirtiéndose así, en un ejemplo y paradigma de muchos de nuestros NiNis domésticos.
La Partidocracia a la Mexicana, se reserva el derecho de admisión a la sociedad plena, en contubernio con una legislación electoral construida a modo y ex profesamente para garantizar la preeminencia de los NiNis en su seno.
Los NiNis de los partidos políticos, no tienen necesidad de prepararse, estudiar, conocer la materia en la que se van a desempeñar, ni mucho menos, manifestar públicamente sus muy particulares ideas, concepciones o convicciones sobre algún asunto de fondo. Es más, si desean continuar en el selecto clan, tribu o fundación, deben demostrar carecer de toda iniciativa, juicios y valores.
El único valor que se le reconoce y premia a los NiNis de la política mexicana, es su obediencia y sumisión al dirigente en turno.
Es así que se tiene toda una pléyade de aspirantes a NiNis en los más variados y suculentos cargos de elección y designación, desde las mas modestas regidurías hasta los mas encumbrados empleos en la legislatura federal, pasando por toda una gama de puestos en la burocracia.
A estos NiNis de partido, la ignorancia se les da en forma natural e innata, es decir tienen vocación para el oficio, pero hay de aquel que por azares del destino, haya adquirido alguna forma de cultura, llámese historia, civismo, literatura, filosofía o cualquier otro virus semejante. En ese momento, el individuo infectado, es un peligro para la parvada, por lo que se tiene que aplicar el sacrificio sanitario en forma inmediata. Sabedores de ello, los NiNis infectados, tienen que ocultar las manifestaciones de su enfermedad, exhibiendo con mayor ahínco sus minusvalías cerebrales, convenciendo a su dirigente, de la autenticidad de la misma.
Para quien considere que ser NiNi de partido es asunto fácil, está muy equivocado, sobre todo, porque debe contar con cierta acreditación académica, que para buena fortuna de los aspirantes, los NiNis en el supremo gobierno, le han facilitado tal requisito, reduciendo el nivel académico de la educación a su mínima expresión, otorgándoles pomposamente su título universitario, sin importar que tal constancia de estudios, cause señalamientos cáusticos en los países desarrollados… pagando justos por pecadores.
Conforme se avanza en el escalafón de NiNis de partido, se tienen que ir exhibiendo las credenciales, cada vez con mayor grado de dificultad y en forma acumulativa. Es así que en las primeras etapas, es suficiente con demostrar falta de criterio, conocimiento y voluntad propia, siguiendo la máxima: Soy lo que mi dirigente diga… máxima que se tiene que observar aún más allá de su circunscripción estrictamente política, incursionando en la temática de preferencias de toda índole. Para los cargos edilicios plurinominales, se tendrá que acreditar además, que carecen de toda representatividad social y que están dispuestos a trasladar parte de su dieta económica, prerrogativas y utilidades hechas al amparo de su cargo, a los bolsillos de su dirigente. Para diputado local y federal plurinominal, debe garantizar además de los anteriores atributos, la estabilidad de su dedo en las votaciones plenarias o de comisiones. Así que los únicos que medio se salvan de tan ignominiosa acreditación, son los candidatos de mayoría, que deberán demostrar ante la superioridad, que cuentan con el capital económico y de votos necesarios para garantizar el triunfo electoral, aunque algunos, como se ha demostrado en los últimos días, son verdaderos prestidigitadores e ilusionistas de la política electoral, que nadie sabe dónde quedó la bolita, que argumentaron para su designación y candidatura.
Así las cosas, si uno de los valores de la sociedad, se centran en la apología y promoción de los NiNis de partido y de gobierno, con qué derecho le podemos reclamar a nuestros NiNis de casa, que no sigan tal ejemplo, si en el fondo, somos promotores y/o permisivos, con uno y con el otro.
Tanto peca el que mata la vaca…Como el que le jala la pata.
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