YO INFLUYO
Manuel Espino
miércoles, 21 de julio de 2010
Más allá de la anécdota de las campañas, del balance electorero y de los números que reflejan puestos ganados o perdidos en las elecciones del pasado 4 de julio, a miles de panistas preocupa el resultado cualitativo de las controversiales contiendas: la pérdida de identidad, principios, valores, hábitos democráticos, propuestas, congruencia, unidad y respeto por los que piensan diferente.
En las contiendas estatales de 2010, como ocurrió en la federal de 2009, volvieron a ser ignoradas por el gobierno y por el PAN las voces reclamantes que advirtieron se estaba percibiendo al partido como una mala copia del PRI truculento y autoritario que los ciudadanos decidieron sepultar en 2000 y que parece están dispuestos a desenterrar por decepción con el que creyeron un partido con sinceridad democrática.
Está claro que los ciudadanos quieren un partido que forme conciencia cívica de participación y postule a los mejores mexicanos para que lleguen a la esfera de gobierno. Está claro también que la sociedad mexicana quiere que el gobierno se dedique a gobernar al margen de filias y fobias partidistas.
Clama por despartidizar a las instituciones, a no someterlas al capricho partidista con afanes de control y de poder. No atender este clamor es contribuir a que fracase la democracia, a que se frustre el proceso largo y penoso de la transición que debemos concluir en una democracia consolidada y vigorosa, eficaz y permanente.
Vuelta al presidencialismo partidista
La infiltración partidarista del Estado y sus instituciones ha vuelto a ser vigente por decisión de un presidente surgido de un partido que combatió durante décadas esa nefasta tendencia. En el gobierno importa más la sumisión de los funcionarios que su aptitud para servir con eficacia y visión de país a los mexicanos.
El sexenio calderonista ha rasgado la identidad humanista y solidaria de Acción Nacional. Sus métodos contrarios a la tradición democrática han alejado al PAN de sus perennes convicciones y prácticas de formación cívica. Para Calderón y sus colaboradores más cercanos el poder ha pasado de medio a fin. Y su consecución y preservación ya no reconoce límites éticos ni ideológicos. El pragmatismo se ha enseñoreado en las cúpulas institucionales que aprendieron la cómoda práctica de consentir cuanto se les solicita desde el gobierno.
Por voluntad del presidente Felipe Calderón se han reeditado las prácticas antidemocráticas del viejo sistema político mexicano: la conducción del partido desde el poder y el dedazo para imponer candidatos y dirigentes que, en vergonzante simulación, después son legitimados en sesiones de los órganos directivos del partido. Se ha vuelto práctica recurrente la presión a militantes desde el gobierno y se han dado casos hasta de agravios proferidos por funcionarios públicos a destacados militantes de Acción Nacional.
Surge movimiento nacional para rescatar al PAN
Frente al pragmatismo desmedido que avasalla el esfuerzo acumulado en siete décadas para darle a México un partido político confiable por la honorabilidad de sus militantes y la eficacia de su acción política, ha resurgido la voluntad indómita de miles de panistas que al grito de “¡volver a empezar!” se han congregado como movimiento nacional para recuperar los rasgos perdidos de un partido que nació para dignificar la política y no para contribuir a su desprestigio.
Volver a Empezar (VAE) no es ni pretende ser una disidencia u oposición interna, tampoco una estructura paralela o el inicio del desprendimiento de sus integrantes para formar otro partido político. Por el contrario, pretende ser la conciencia reflexiva que reanime a los panistas a reencontrarse con los principios y propósitos iniciales, pero desde la experiencia acumulada de 70 años de participar en la vida pública de México; que le devuelva al partido el vigor y la credibilidad que da la congruencia entre lo que se predica y lo que se practica.
Como expresión espontánea que busca unificar las voluntades dispersas en el propósito superior de hacer una patria ordenada y generosa, VAE se propone convocar a todos los panistas al reencuentro entusiasta en las convicciones. Ésas que ameritan subordinar los afanes personales a los intereses nacionales, que suponen el sacrificio generoso para aportar parte de la propia vida para animar a los mexicanos a participar en la obra común del engrandecimiento de México.
Objetivos de Volver a Empezar
Este esfuerzo que ya agrupa varias decenas de miles de panistas de todo el país pretende abonar a la dignificación de la política en dos ámbitos fundamentales: el social y el político.
En la dimensión social de su misión buscará la permanente coordinación entre los diversos sectores de la comunidad nacional para conjuntar esfuerzos en los propósitos superiores de la nación al margen de visiones partidistas. Lo hará construyendo espacios para el diálogo en busca de acuerdos y evitará la confrontación que esteriliza y debilita la acción comunitaria. Dará prioridad a la atención de los grupos sociales más vulnerables y susceptibles de ser utilizados para fines que atentan contra el desarrollo nacional.
En la dimensión política de VAE está el propósito de devolver al partido en la responsabilidad de gobierno su condición de instrumento de la sociedad, emancipándolo del poder gubernamental al que está sometido y poniéndolo al servicio de los ciudadanos. Se pretende regresar a este partido de exigencias máximas a su condición original de escuela de ciudadanos con vocación de servicio y aptos para dirigir a México hacia la prosperidad en su destino.
Se busca restituirle su calidad de interlocutor con el gobierno que lo ha subordinado. Convertirlo nuevamente en el eje vinculante entre la sociedad y el gobierno, representando y gestionando ante éste las demandas de aquella. Reinjertar en el alma partidista la convicción de que su deber es ciudadanizar la política y despartidizar a la sociedad. Adaptar su sistema operativo a la realidad de un país con una democracia aún incipiente que necesita madurar, templarse en la fragua de la práctica democrática y no de su cancelación.
Propuestas de VAE para el represtigio de Acción Nacional
El PAN no debe arriesgarse a seguir perdiendo la confianza de quienes le creyeron y le apostaron a su vocación democrática. Debe recuperar la autoridad moral que le reconocieron apenas unos años atrás los ciudadanos demócratas de México. Para revertir la carga de desprestigio que le acarrea la adopción de procedimientos que le recriminó al PRI, los militantes y dirigentes de Acción Nacional deben, en primer lugar, revalorar lo que significa ser panista.
Ser panista significa sentir y hacer vida la mística del PAN. Ésa que impele a militar con visión de causa más que de proyecto y a poner a la persona humana y el respeto a su eminente dignidad como fin superior. A hacer de la participación cívica una actividad permanente de servicio generoso y voluntario a México, comprometida prioritariamente con los ciudadanos y desprovista de ambiciones y afanes personalistas. A desempeñarse con lealtad a los principios y valores del humanismo político –adoptados por sus fundadores desde 1939– en los triunfos y en las derrotas. A honrar en la acción las tesis de política práctica que dan dimensión ética a la política y privilegian la búsqueda del bien común.
Sin caer en el regocijo por lo que fue, sino poniendo énfasis en lo que debe ser, la recuperación del panismo auténtico pasa por retomar su inclinación a decidir y seleccionar los medios para la consecución de sus fines en forma digna y honorable. Por pensar en lo que sea mejor para México sin aceptar el pragmatismo exacerbado que contradice su doctrina y su trayectoria y que le desvía del derrotero de su propia misión trascendente.
También pasa por recuperar el sentido profundo de la afiliación de los mejores ciudadanos posibles, y no de quienes al margen de una auténtica vocación de servicio vienen por oportunismo a satisfacer sus afanes desmedidos de poder, de fama o notoriedad.
Para frenar el electorerismo desbocado que no reconoce límites éticos y para disminuir el riesgo de desviaciones ideológicas y programáticas, es imperativo que el PAN recupere el afecto por la formación que orienta la vocación de sus militantes y les proporciona orientación segura para la acción eficaz, pero en congruencia con principios y convicciones. La formación permitirá superar el bajo perfil de muchos de sus dirigentes en los diferentes niveles de la organización.
Urge revertir la mala designación de candidatos y de dirigentes no probados en la fragua de las convicciones del PAN. Para ello es imprescindible erradicar la recurrente manipulación de los procesos internos que han dado cauce a la simulación de democracia, que han fortalecido la lógica de grupos y de cuotas de poder y han dado vigencia a la compra de votos con dinero o con oferta laboral.
PAN requiere facilitar la madurez de sus estructuras locales a partir de permitirles acumular experiencia y desarrollar habilidades de conducción política. Es vital desterrar el paternalismo que ha derivado en el excesivo control del Comité Ejecutivo Nacional y que ha generado estructuras dependientes e ineficientes. Se necesita descentralizar la toma de decisiones con espíritu subsidiario, reivindicando en ella la participación de los militantes.
El PAN es instrumento de los mexicanos, no de los gobernantes. Debe entonces retomarse el concepto de autonomía del partido frente al gobierno. Ambos son piezas fundamentales de un mismo proyecto político que deben coordinarse mediante el diálogo y procurar la acción concurrente, pero sin perder de vista que tienen naturaleza y funciones distintas.
Es necesario que los gobiernos surgidos del PAN se asuman como interlocutores de éste y no como sus superiores jerárquicos. También es importante que los dirigentes del partido tengan conciencia de que representan los intereses de la sociedad antes que los del poder público.
0 comentarios:
Publicar un comentario