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domingo, 25 de julio de 2010

MÉXICO: LA “PERREDIZACIÓN” DEL PAN O LA “PANIFICACIÓN” DEL PRD

Comunicación intercultural para un mundo más humano y diverso

SERVINDI

Por Marcos Matías Alonso

24 de julio, 2010.- La alianza político electoral entre el PAN y el PRD sigue siendo un tema de debate nacional. La propuesta ha desatado fuertes reacciones. En enero pasado, Diego Fernández de Cevallos despotricó: “Los dirigentes del PAN no tienen derecho a dejar de lado los principios. Pueden venir reacciones diversas, pero la más grave de todas será una profunda decepción. Si se inclina la balanza hacia esta aberración, quedaremos humillados ante la mirada de los ciudadanos… No busquemos triunfos amargos…”. El Jefe Diego se indignó sobre la posible alianza entre el PAN y el PRD.

Por su parte, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha insistido que el PRD no debe aliarse con su principal adversario. Alertó que la justificación de la alianza para derrotar “cacicazgos” del PRI, lleva implícitamente a desvanecer y desdibujar estatutos, principios y plataformas de la izquierda partidista.

El 21 de marzo fijó su postura: “Somos respetuosos de las decisiones que tome el PRD, PT y Convergencia. Cualquiera puede participar en procesos electorales bajo cualquier circunstancia, pero nuestro movimiento ha decidido no acompañar a estos partidos si hacen alianza con el PAN o con el PRI.” Su postura es firme de no hacer coalición con el “PRIAN”.

A escasos meses de las elecciones del 4 de julio pasado, Beatriz Paredes y prominentes políticos del PRI intensificaron su crítica y satanizaron la alianza del PAN y el PRD. Sus calificativos fueron insultantes. La consideraron como un “engendro” sin futuro y reiteraron que el “agua y el aceite no deben mezclarse”. Exageraron el encono y su élite “relinchó” enfurecida.

A César Nava poco le importó la oposición del jefe Diego. A Jesús Ortega tampoco le preocupó la alerta de AMLO y ambos pactaron la coalición del proceso electoral del 4 de julio. Unido el PAN y PRD, levantaron banderas para lanzarse contra el PRI.

Para J. Ortega y C. Nava la alianza electoral del 4 de julio fue exitosa y ambos desbordaron su frágil triunfalismo. Vociferaron que su estrategia fue acertada y se ufanaron en demostrar que el PRI no es invencible. J. Ortega anticipó continuar con su estrategia en el 2011: “Hay elecciones en el estado de México, Guerrero, Nayarit, Michoacán y Baja California Sur, por lo que no descarto repetir alianzas entre el PRD, PT, Convergencia y el PAN”.

Es necesario valorar con mesura y evitar “triunfalismos fantasiosos”. Ciertamente, el PRI no logró “carro completo”, pero tampoco obtuvo resultados desastrosos. En cambio, el PRD no ganó ninguna gubernatura y perdió Zacatecas. El PRI triunfó en 9, el PAN en 2 y Convergencia en una. El PRD alcanzó un trozo de gubernatura en Oaxaca. El PRI es una amenaza fuerte y pensar lo contrario es no tener los pies firmes en la arena política.

Es prematuro aproximar la tendencia ciudadana de su “perredización” hacia el PAN o la “panificación” del PRD. Es inevitable que en el electorado surjan problemas en la diferenciación entre el PRI, PRD y el PAN. Obviamente cada partido debe fortalecer su propia identidad política y definir su programa de acción. Sin duda, las alianzas generan confusión y es complicado explicar las ventajas y debilidades entre dos partidos antagónicos que deciden coaligarse para una causa común.

En la política electoral, es prioritario diseñar un documento rector que fundamente las coaliciones electorales. No negar temas de confrontación y explicar bajo qué directriz política se debe manejar la agenda común. Definir el proyecto en la fase electoral y, en caso de ganar, cuál será la estrategia de un gobierno pluripartidario. Una “coalición electoral” debe explicar qué ofrece a los ciudadanos, cómo los incluye en su programa y cuál es el plan para mejorar su situación.

Bajo el razonamiento anterior, en Guerrero debe fortalecerse la unidad de la izquierda (PRD, PT, Convergencia) y no descartar la inclusión del PAN. Es una decisión que marcará la diferencia entre la derrota o la victoria. Con posiciones distintas, ideologías diferentes y programas encontrados puede trabajarse sobre temas comunes. Hay demandas básicas sin soporte ideológico en donde pueden hacerse propuestas conjuntas. Esta es la ruta para construir alianzas seguido de políticas públicas plurales y diversas. Las coaliciones electorales pueden trasladarse no sólo al ejercicio de gobierno sino también, en la esfera legislativa.

El desafío es complejo e implica una nueva visión de la política para evitar que un partido desfigure su identidad y sólo tenga el rol testimonial en una victoria o derrota electoral. Los triunfos no deben ser amargos y no necesariamente deben abandonarse los principios y tirar en el camino pedazos de dignidad.

Los aspirantes a la gubernatura del PRD deben ser vanguardia en propuestas inéditas. Ríos Piter ha mostrado talento en el diseño de un proyecto de gobierno con nuevos escenarios de convivencia política. Perderá quien desgaste su energía en los tribunales o injurie a sus colegas de partido. Cuando llegue la decisión crucial, será un honor acompañar a Lázaro Mazón, Armando Ríos o quizá a David Jiménez. No descarto a Cuauhtémoc Sandoval; un veterano puesto para aportar su experiencia y combinar su fortaleza con otro aspirante de más juventud. Anhelo la esperanza para que nuestros candidatos enciendan la energía y nos brinden nuevas razones para luchar.

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*Artículo de opinión publicado en “La Jornada Guerrero”. Acapulco, Guerrero. Julio 24 del 2010

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