El cuento de nunca acabar en Xalapa, es que el partido oficial te avienta rollos y despensas, te da atolito con el dedo o te presiona para obtener tus votos, llegar al poder municipal, enriquecerse y servir a grupos de interés y no hacer nada trascendente en sentido social; es decir, cada tres años las elecciones son un disco rayado: engañan y prometen para llegar al gobierno, no hacen nada y vuelven, al otro trienio, a mentir y ofrecer de todo; es el cuento de nunca acabar. Por eso, lo novedoso, el cambio radical tendría que ver con que se acabe ese cuento.
Se paran los pelos de punta al ver que el PRI local no tiene proyectos para Xalapa, que no trae ideas ni seriedad; que sólo es demagogia y ocurrencias. Me imagino la escena en donde están sus candidatos y los asesores preguntándose qué le dirán a los xalapeños, para responder, frívolamente, que cualquier cosa, lo que sea, cualquier ocurrencia o babosada.
En esa línea está el hablar “de una nueva era” o de “la Xalapa Bella”. Es un abuso del idioma y una falta de respeto a la inteligencia de los xalapeños. Es absurdo pensar que en tres años viviremos una nueva era o que los problemas fundamentales de Xalapa son de carácter estético. Más demagogia no se puede pedir, el colmo seria que alguien se lo creyera.
El PRI local viene hueco, no ofrece nada que valga la pena, no sabe qué hacer, no aporta imaginación y no intenta nada; en pocas palabras, es inútil para nuestro municipio; no pasa de ser un membrete en el que se escudan ambiciones e intereses.
De que su lucha es de poder por el poder mismo, de que es el partido del fin que justifica los medios, del todo se vale, se observa en el tipo de campaña que realiza, arcaica y ofensiva, derrochadora con rifas, despensas y todo tipo de objetos. Es una campaña millonaria dirigida a un electorado pobre.
Del diálogo que he sostenido con los xalapeños, resalto mis encuentros con grupos de empleados federales y estatales, profesores, médicos y de otras profesiones, constructores y comerciantes; me quedo con la lucecita de la esperanza que significa constatar que tenemos una ciudadanía informada y crítica, a la que le faltan espacios de expresión y motivación suficiente para participar. Todavía somos de coyunturas y de ciclos, como lo vivimos en el ‘88, el ’97 y el 2000. En algunas élites noto conveniencias o fatalismo, a pesar de que observan el desgobierno xalapeño todavía creen que poco se puede hacer contra la maquinaria oficialista.
Ahora estoy más convencido de que Xalapa necesita democracia, políticas sociales y autoridad. He reforzado mi convicción de luchar para que tengamos ciudadanía, para exigir trato digno y decente de los que deben ser verdaderos servidores públicos. Creo que debemos romper el círculo vicioso de la manipulación para convertirlo en el círculo virtuoso del respeto a las personas, el cumplimiento de la ley y la participación ciudadana. Por cierto, ni siquiera es un problema ideológico, se trata de reglas básicas de convivencia social y democrática; tiene que ver más con la civilización que con otras etapas superiores donde sí confrontaríamos a la izquierda con la derecha.
Ha valido la pena seguir poniendo un granito de arena para que se trunque el cuento de nunca acabar del autoritarismo y la demagogia en Xalapa.
Recadito: Vamos por votos libres y secretos el próximo 4 de julio.
Xalapa-Equez., Ver., a 25 de junio de 2010
Uriel Flores Aguayo
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